ACTUALIZACIÓN
Luxación periastragalina posterior
genuina cerrada sin fractura ni mala alineación asociada. Reporte de un caso y
revisión bibliográfica
Juan Manuel Romero Ante,* Sebastián Rosero Cabrera**
*Servicio de Ortopedia y Traumatología, Hospital
Alma Mater de Antioquia, Medellín, Colombia
**Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia
RESUMEN
La luxación periastragalina es un tipo de
luxación infrecuente. Se clasifica según la relación del calcáneo con respecto
al astrágalo, y las más comunes son las formas medial y lateral; y hay casos
aislados de las variantes posterior y anterior. Presentamos el caso de un
paciente con una luxación periastragalina cerrada posterior sin fractura
asociada, el video de la técnica para la reducción cerrada bajo anestesia y
también una revisión bibliográfica de esta infrecuente variedad de luxación.
Palabras clave:
Luxación; periastragalina; posterior; reducción cerrada.
Nivel de Evidencia: IV
True Closed Posterior Subtalar
Dislocation Without Fracture or Associated Malalignment. Case Report and
Literature Review
ABSTRACT
Subtalar dislocation is a rare type of dislocation that is characterized
based on the relationship of the calcaneus to the talus, with the medial and
lateral forms being more prevalent and the posterior and anterior forms
appearing only in isolated cases in the literature. We present the case of a
patient with a closed posterior subtalar dislocation without an associated
fracture, as documented clinically and radiologically. We also include a video
of the technique for closed reduction under anesthesia, as well as a review of
the existing literature on this rare type of dislocation.
Keywords: Dislocation;
subtalar; posterior; closed reduction.
Level of Evidence: IV
INTRODUCCIÓN
El hueso talo o astrágalo representa el punto de interconexión entre los
huesos de la pierna y del pie, se constituye así en la bisagra entre ambos
segmentos y el soporte de carga durante las diferentes actividades que el ser
humano realiza. La superficie ósea del astrágalo está cubierta de cartílago en
las dos terceras partes y no representa el sitio de origen o inserción de
ninguna unidad musculotendinosa.1
Por su posición, está sometido a fuerzas traumáticas que, según su intensidad o
dirección, y la posición del tobillo y el pie en relación con el suelo, lo
expone a sufrir fracturas o luxaciones.
La luxación periastragalina es un tipo
especial, ya que representa una “doble lesión”, está implícita la luxación
simultánea de las articulaciones astragalocalcánea y astragalonavicular, y se
mantienen intactas las articulaciones tibioastragalina y calcaneocuboidea.2 En 1811, Judcy3 y Dufaurest4
hicieron las primeras descripciones de este tipo de luxaciones. Se clasifican
según la dirección hacia la cual el calcáneo se desvía en relación con el
astrágalo. Inicialmente, Broca,5
en 1853, identificó las formas medial, lateral y posterior; más adelante, en
1856, Malgaigne y Buerger 6 agregaron una
rara variante anterior. La frecuencia de presentación de estos tipos de
luxación ha variado con el paso de los años y, según la fuente, está claro, sin
embargo, que la variante medial resulta ser la más común (73-85%),7 seguida de la luxación lateral (17%).8
Por el contrario, las variantes posterior y anterior son las menos
frecuentes (1-2,5%)9 y su
descripción se resume a casos aislados publicados.
Presentamos el caso de un paciente con una luxación periastragalina
cerrada de tipo posterior sin fractura asociada, producto de un accidente de
tránsito, y confirmada por evaluación clínica y radiológica. Asimismo,
compartimos el video de la técnica para su reducción cerrada bajo anestesia y
una revisión bibliográfica sobre esta infrecuente variedad de luxación.
CASO CLÍNICO
Un hombre de 25 años previamente sano, con adecuada clase funcional,
empleado de la construcción, acudió al Servicio de Urgencia tras haber sufrido
un accidente de tránsito tres horas antes, mientras conducía una motocicleta y chocó contra un automóvil, lo que le había provocado un
trauma directo en el pie y el tobillo izquierdos.
Durante el examen físico, el paciente estaba consciente (escala de
Glasgow 15/15), tenía una adecuada estabilidad hemodinámica, dolor, edema,
deformidad del cuello del pie con prominencia ósea en la región anterior y una
laceración a ese nivel y otra en la cara lateral del tobillo; no se observaron
heridas o pérdida de la integridad de la piel. La movilidad y sensibilidad de
los dedos estaban conservadas, y el llenado capilar y el pulso pedio palpable
eran adecuados y simétricos (Figura 1).
Se tomaron radiografías
anteroposterior y lateral de tobillo que mostraron la pérdida de la relación
articular del astrágalo con luxación astragalocalcánea posterior, luxación
astragalonavicular con preservación de las relaciones articulares tibioastragalina
y calcaneocuboidea sin fractura del cuello del astrágalo. La tomografía
computarizada como estudio complementario no reveló lesiones asociadas no
evidentes (Figuras 2 y 3).
Se decidió intentar la reducción
cerrada en el quirófano. Luego de otorgar el consentimiento informado, el
paciente fue colocado en posición supina, bajo anestesia general para lograr la
mayor relajación posible. Se llevó la rodilla a una leve flexión para disminuir
la tensión del complejo gastrocnemiosoleo. En plantiflexión, se traccionó el
retropié y se ejerció presión directa con los pulgares sobre la cabeza del
astrágalo en la región anterior del cuello del tobillo, tras lo cual se realizó
una dorsiflexión progresiva (Figura 4) hasta
percibir un resalto no audible y se corrigió la deformidad. De inmediato, se
evaluó la movilidad pasiva de cada una de las articulaciones
tibioastragalina/subastragalina y astragalonavicular, que se encontraban
estables sin crépitos ni bloqueos (Video).
Se comprobó la reducción mediante fluoroscopia y se procedió a
inmovilizar la extremidad con una férula suropédica (Figura 5).
El paciente permaneció en observación por 24 h para tratar el dolor y
tomar una tomografía computarizada con el fin de evaluar adecuadamente una
reducción congruente, descartar fracturas asociadas, cuerpos libres o lesiones
no diagnosticadas antes. Los estudios por imágenes de control mostraron la
corrección de la luxación sin fracturas en el astrágalo ni fracturas ocultas (Figura 6).
Tras este período de observación, el paciente fue dado de alta con la
férula. Se le permitió la movilización con muletas sin descarga de la
extremidad, se indicó una tobillera articulada y se lo citó a una consulta
ambulatoria de control. En la evaluación ambulatoria a las dos semanas, tenía
un completo arco de movilidad del tobillo, movilidad y sensibilidad adecuadas
de los dedos, pero con debilidad aun para la plantiflexión y dorsiflexión, así
como de invertores y evertores. El paciente ya se había quitado la férula y
usaba la tobillera. Se le indicó comenzar con fisioterapia, y se lo citó para
otra consulta ambulatoria con una radiografía de control.
Fue derivado al Servicio de Terapia Física para la rehabilitación
temprana, pero no regresó al control por Ortopedia, porque había comenzado el
confinamiento por la pandemia de SARS-CoV-2. Luego de casi 18 meses de intentar
comunicarnos con él, no concurrió al seguimiento.
DISCUSIÓN
La luxación periastragalina hace referencia a
la luxación que ocurre en relación con la pérdida articular del astrágalo con
cualquiera de sus componentes osteoarticulares que lo rodean. El astrágalo, por
ser el punto de unión del pie con el resto del esqueleto apendicular inferior,
participa en la transmisión del movimiento principalmente la flexo-extensión
mediante la bisagra tibioastragalina, pero también al estar articulado con el
calcáneo, es responsable de los movimientos de pronación y supinación del pie
en la articulación subastragalina. De igual manera, forma la articulación
astragalonavicular, la cual responde en simultáneo a los cambios de posición
del calcáneo, de eversión e inversión, generando flexibilidad o estabilidad,
respectivamente, al mediopié mediante la denominada articulación astragalina
transversal, tal como lo describió Elftman, en 1960.10 Esta posición central lo expone a una
diversa fuerza de carga de alta energía, como ocurre en los accidentes de
tránsito, las caídas de altura o los deportes extremos, con la consiguiente
probabilidad de sufrir fracturas, luxaciones o una combinación de estas. La
variedad posterior de la luxación periastragalina es infrecuente (1,7%).11
Se llevó a cabo una revisión bibliográfica que comprendió los últimos 70
años. La búsqueda incluyó artículos en español y en inglés, en bases de datos,
como PubMed, EMBASE y Cochrane, y arrojó 10 artículos (con igual número de
casos) que específicamente hacen referencia a la variedad posterior de la
luxación periastragalina o subastragalina.9,12-20
Sin embargo, al leerlos detalladamente, notamos que algunos de estos casos
estaban asociados a otras lesiones: lesión abierta,13 luxación abierta con fractura del cuello del astrágalo
y cuboides,14 fractura del
maléolo posterior y astrágalo,15
y un reporte sobre un seguimiento de un caso previo.19 De esta manera, quedaron solo siete casos
de lesiones posteriores subastragalinas sin lesiones asociadas.
En este artículo ampliamente ilustrado, presentamos el caso de un
paciente con una luxación subastragalina que consideramos “genuina”, al estar
compuesta por una luxación periastragalina posterior cerrada sin mala
alineación lateral o medial del calcáneo ni fractura asociada. Se trata de un
cuadro infrecuente (8 casos genuinos en las últimas 7 décadas); por lo tanto,
creemos que es importante publicar este caso con el fin de hacer un llamado a
prestar atención a un tipo de lesión que, pese a su rareza, requiere un pronto
diagnóstico al cual se llega fácilmente con un apropiado par de radiografías
tanto anteroposterior como lateral, donde se puede identificar este tipo de
lesión “biarticular”, ya que, a diferencia de otras luxaciones en las que solo
dos superficies articulares pierden su relación normal, en el caso de las
luxaciones periastragalinas, son dos articulaciones las implicadas tanto la
astragalonavicular como la astragalocalcánea y, en algunas ocasiones, hay otras
lesiones asociadas.
Consideramos que, tras el diagnóstico inicial, es necesario realizar el
procedimiento idealmente bajo anestesia general para poder efectuar la maniobra
de reducción de forma no dolorosa y atraumática, bajo control fluoroscópico, y
evaluar después la estabilidad articular. La inmovilización posterior con una
férula de yeso es obligatoria como parte de la protección articular, el manejo
del edema y el dolor, así como para restringir el apoyo por un período de 2 a 3
semanas. El control tras el procedimiento constará de radiografías
anteroposterior y lateral que comprueben la reducción, pero se solicitará
también una tomografía computarizada si se sospecha una fractura previa oculta,
para descartar una fractura iatrogénica o cuerpos libres intrarticulares.
Después de cumplir el tiempo de inmovilización inicial, el paciente debe
comenzar su proceso de rehabilitación física temprana con el uso de una
tobillera que permita realizar los trabajos de reacondicionamiento, pero sin
carga. En cuanto al período de restricción del apoyo, Camarda y cols.,16 Jungbluth y cols.,17 Bali y cols.,18 y Gaba y cols.20
solo permitieron el apoyo protegido en las semanas 3 y 4 posteriores a la
reducción. Nuestro paciente inició la fisioterapia en la tercera semana, y
después, perdimos contacto con él.
Los seguimientos de estos escasos pacientes duraron entre 6 y 24 meses,18,20 y los resultados clínicos fueron
buenos, como el retorno laboral sin dolor. Camarda y cols. publicaron el
seguimiento más extenso (58 meses) al final del cual el paciente tenía un
puntaje en la escala de la American
Orthopaedic Foot and Ankle Society de 88.16
Esto podría indicar que, si no hay lesiones asociadas, el pronóstico funcional
parece favorable.
Las fortalezas de nuestra presentación son el diagnóstico precoz con
solo un par de radiografías adecuadamente tomadas cuando el paciente ingresó en
el Servicio de Urgencia, una reducción bajo anestesia general de manera
atraumática, la inmovilización apropiada con restricción del apoyo y el control
posoperatorio con estudios por imágenes que corroboraron haber alcanzado el
objetivo: una reducción “biarticular” congruente sin fracturas iatrogénicas ni
cuerpos libres intrarticulares.
La debilidad de nuestro artículo es la falta de seguimiento más
prolongado que nos permitiese evaluar clínica y radiológicamente el desenlace
en este tipo de caso.
CONCLUSIONES
Las luxaciones del retropié pueden pasar fácilmente desapercibidas,
algunas son frecuentes, como las tibioastragalina o subastragalina medial, pero
hay casos más inusuales, como el que aquí se presenta: posterior puro. Ante
cualquier pérdida de las relaciones articulares normales como consecuencia de
un trauma, es importante tomar proyecciones radiográficas adecuadas en el
Servicio de Urgencia y, en caso de duda, solicitar estudios, como una
tomografía computarizada, que pueden aportar información adicional para
confirmar o descartar lesiones de este tipo u ocultas. Nuestro informe presenta
un caso poco frecuente, pero que no debe pasarse por alto, dado el riesgo de
secuelas graves futuras.
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ORCID de S. Rosero Cabrera: https://orcid.org/0009-0007-6801-8863
Recibido el 20-1-2024. Aceptado
luego de la evaluación el 11-3-2024 • Dr.
Juan Manuel Romero Ante • juanmaorto@hotmail.es
• https://orcid.org/0000-0002-9390-9496
Cómo
citar este artículo: Romero Ante JM, Rosero Cabrera S. Luxación
periastragalina posterior genuina cerrada sin fractura ni mala alineación
asociada. Reporte de un caso y revisión bibliográfica. Rev Asoc Argent Ortop Traumatol 2024;89(2):190-198. https://doi.org/10.15417/issn.1852-7434.2024.89.2.1913
Información
del artículo
Identificación: https://doi.org/10.15417/issn.1852-7434.2024.89.2.1913
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publicación: April, 2024
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