INVESTIGACIÓN CLÍNICA
Rol de la alineación de la prótesis y las
calcificaciones heterotópicas en la artroplastia total de tobillo
Daniel S. Villena,
Pablo Valenti, Jonathan Verbner, Pablo Sotelano, María Gala Santini Araujo,
Leonardo Conti, Ana C. Parise, Marina Carrasco
Sector
Medicina y Cirugía del Pie y Tobillo, Servicio de Ortopedia y Traumatología
“Prof. Dr. Carlos E. Ottolenghi”, Hospital Italiano de Buenos Aires, Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, Argentina
RESUMEN
Introducción: El objetivo principal
fue evaluar la relación entre la formación de calcificaciones heterotópicas y
los parámetros de alineación de la prótesis. Materiales y Métodos: La población estaba formada por 31 pacientes.
Se evaluaron variables radiográficas de alineación, como ángulos alfa y beta,
centro de rotación astragalino y el porcentaje de cobertura posterior de la
tibia en el posoperatorio inmediato y a los 2 años. Las variables de evaluación
clínica fueron: la escala analógica visual y la escala de la AOFAS, y el
cuestionario SF-36 para evaluar la calidad de vida al final del seguimiento. Resultados: La etiología más frecuente
de la artrosis fue la postraumática (67,7%). En el posoperatorio inmediato, el
ángulo alfa promedio fue de 88,7° (rango 82-92,6; DE ± 2,61); el ángulo beta,
de 84,46° (rango 78,62-91,40; DE ± 3,59). La alineación del componente tibial
en el plano frontal fue neutra en 25 pacientes (80,6%), en valgo en 6 (19,4%) y
en varo (0%). A los 2 años de seguimiento, el 96% tenía calcificaciones
heterotópicas. Mejoraron los puntajes en la escala de la AOFAS
(preoperatorio/posoperatorio: 31,90/80,94) y en la escala analógica visual
(preoperatorio/posoperatorio: 8,7/1,97) (p <0,05). Conclusiones: No se halló una relación entre calcificaciones
heterotópicas y peores resultados funcionales ni de dolor, excepto en los
parámetros de calidad de vida (SF-36), como el rol físico, la limitación
emocional y la percepción de la salud general, que empeoraron a medida que
aumentó el grado de calcificaciones alrededor de la prótesis.
Palabras clave: Alineación;
calcificaciones heterotópicas; calidad de vida.
Nivel de Evidencia: IV
Role of Prosthetic Alignment and Heterotopic Calcifications in Total
Ankle Arthroplasty
ABSTRACT
Introduction: The main objective
of this work is to evaluate the relationship between the formation of
heterotopic calcifications and the alignment parameters of the prosthesis. Materials and Methods: The population
under study comprised 31 patients. The radiographic alignment variables
evaluated were alpha and beta angles, the talar center of rotation, and the
percentage of posterior coverage of the tibia in the immediate postoperative
period and after 2 years. The clinical evaluation variables were: VAS, AOFAS,
and the SF-36 questionnaire to evaluate quality of life at the end of
follow-up. Results: The most
frequent etiology of osteoarthritis was post-traumatic (67.7%). In the
immediate postoperative period, the mean alpha angle was 88.7° (range 82-92.6°;
SD± 2.61); the mean beta angle was 84.46° (range 78°, 62-91.40°; SD ±3.59). The
alignment of the tibial component in the anteroposterior plane was neutral in
25 patients (80.6%), valgus in 6 (19.4%), and varus in none. At 2 years of
follow-up, 96% presented heterotopic calcifications. An improvement was verified
both in the AOFAS (pre/post 31.90/80.94) and in the VAS scales (pre/post:
8.7/1.97) (p<0.05). Conclusions:
No relationship was found between heterotopic calcification and worse
functional outcomes or pain, except for quality-of-life parameters (SF-36) such
as physical condition, emotional limitation, and general health perception,
which worsened as the degree of calcifications around the prosthesis increased.
Keywords: Alignment; heterotopic calcifications;
quality of life.
Level of Evidence: IV
La calcificación heterotópica
(CH) es un fenómeno de aparición frecuente luego de un reemplazo total de
tobillo, la incidencia publicada oscila entre el 3,8% y el 82%,1 y
puede llegar hasta el 100%.2 La causa todavía no está clara. Algunos
autores la han relacionado con la edad, el sexo masculino, el tiempo
quirúrgico, la etiología de la artrosis y la falta de cobertura ósea de la
prótesis.3-5
Una de las teorías3
sugiere (basándose en la ley de Wolff) que, ante un mayor deseje del tobillo,
habría una tensión mayor en las partes blandas circundantes y, por lo tanto,
mayor calcificación de estas. A su vez, estas neo-formaciones
podrían impactar en los resultados clínicos funcionales. Sin embargo, poco se
sabe sobre la relación entre la alineación de la prótesis y la formación de CH.
El objetivo principal de este
estudio fue evaluar la relación entre la formación de CH y los parámetros de
alineación de la prótesis. Como objetivos secundarios se buscó evaluar la
relación entre las CH y los resultados clínicos.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se presenta una serie
retrospectiva de pacientes >18 años que fueron sometidos a una artroplastia
de tobillo de tercera generación, entre 2007 y 2018. Se excluyó a los pacientes
con historia clínica incompleta, antecedentes radiográficos incompletos,
seguimiento <2 años y cirugías de revisión.
Se evaluaron variables
demográficas, como sexo, edad, índice de masa corporal, y las comorbilidades.
Análisis clínico
Antes de la intervención, se
evaluaron los antecedentes de cirugías en el mismo tobillo o pie y la etiología
de la artrosis. Se empleó también la escala analógica visual (EAV) para dolor y
la escala de la AOFAS (American
Orthopaedic Foot and Ankle Society) antes de la cirugía y luego de dos
años. Al final del seguimiento, se valoró la
calidad de vida con el cuestionario SF-36. Se comunican aquellos pacientes
que sufrieron algún tipo de complicación durante el seguimiento, así como
también el tratamiento indicado para su resolución.
Análisis radiográfico
Se tomaron radiografías de
tobillo con carga de peso, en proyección anteroposterior y de perfil, antes de
la cirugía y en el posoperatorio inmediato (semana 4), al año y a los dos años.
Todas las mediciones radiográficas estuvieron a cargo de tres ortopedistas.
Se evaluaron los parámetros
angulares en las radiografías del posoperatorio inmediato, al año y al segundo
año para analizar posibles variaciones a través del tiempo.
Para estudiar la alineación de la
prótesis en el plano frontal se tomó el ángulo alfa6 (varo: >92, valgo: <86)7
y la inclinación tibial en la radiografía de perfil con el ángulo beta6.
Se definió como valor positivo <86° y como negativo una disminución
(>92°).7
La posición del centro de
rotación del astrágalo, offset de la
prótesis, se evaluó en relación con el eje longitudinal de la tibia en la
proyección lateral,8 se puede ubicar por delante del eje de la tibia
(positivo), por detrás (negativo) o centrado (neutro) (Figura 1).
Se analizó también la relación de
tamaño entre el componente tibial de la prótesis y la tibia utilizando una
adaptación que hemos desarrollado para la prótesis Hintegra® basándonos en
aquellas realizadas por otros autores,3,5,9 con el fin de poder
cuantificar el grado de cobertura o falta de cobertura posterior.
La relación entre el tamaño de la
tibia y el componente tibial de la prótesis (cobertura) se evaluó en la
radiografía de perfil del posoperatorio inmediato. Se trazaron dos líneas
paralelas al componente tibial, desde el borde posterior del muro anterior del
componente tibial hasta el borde posterior de este (línea A) y otra línea hasta
la cortical posterior de la línea tibial (línea B). Sobre la base de ambas
líneas, se midió la relación (línea A/línea B x 100), que da como resultado el
porcentaje de cobertura. Se considera 100% cuando ambos bordes de la tibia y
del componente tibial están alineados en el eje vertical. Se considera
sobrecobertura a más del 100% (sobresale la prótesis hacia posterior) y falta
de cobertura a menos del 100% (sobresale la tibia hacia posterior).
Se definió como CH a toda
neoformación ósea en las radiografías (anteroposterior y de perfil)
posoperatorias a partir de las seis semanas de la cirugía.3 Dichas
calcificaciones se evaluaron con radiografías al año y a los dos años de la
intervención. Se analizaron comparándolas con las radiografías del
posoperatorio inmediato con el objetivo de descartar la presencia de osteofitos
remanentes posoperatorios y poder distinguirlos de aquellas neoformaciones. En
la proyección lateral, se evaluaron utilizando la clasificación de Brooker
modificada por Choiy cols.10 para el compartimento posterior y la
clasificación de Jung y cols.11 para el compartimento anterior. Con
el propósito de describirlas en el plano frontal, hemos desarrollado una
clasificación topográfica para intentar estandarizar su descripción en este
plano (Figura 2).
Proponemos una clasificación
topográfica de CH asociadas a artroplastia de tobillo, que busca describir la
posición de dichas calcificaciones en el plano coronal. Por desconocer el
impacto independiente de la posición de cada neoformación ósea sobre el
resultado clínico, dicha clasificación no describe gravedad.
Se divide en cuatro zonas que
pueden subdividirse. Las zonas son numeradas de forma creciente desde la más
proximal que es la sindesmosis (zona 1), la gotera (zona 2), la región
inframaleolar (zona 3) y la más distal que es la zona astragalina (zona 4). A
su vez, llamamos M (medial) a las calcificaciones mediales y L a las laterales.
Aquellos pacientes con dos o más osificaciones se describen, de forma
independiente, con su respectiva nomenclatura. Consideramos como
intrarticulares a las calcificaciones en las zonas 1 y 2, y extrarticulares a
las localizadas en las zonas 3 y 4. Dentro de la zona 2, proponemos un subtipo
que compromete parcialmente la gotera (a) y otro que la compromete en su
totalidad (b). A su vez, a la zona 3, la subdividimos en una osificación sin
contacto directo con otro hueso, en forma de isla (a), otra que continúa hacia
la punta del maléolo (b) y otra que forma un puente óseo completo entre el
maléolo y el astrágalo (c).
Técnica quirúrgica
Todas las artroplastias se
realizaron con un mismo modelo de prótesis de tercera generación (Hintegra®,
Integra, Plainsboro, New Jersey/New Deal, Lyon, Francia). Las cirugías estuvieron
a cargo de un mismo equipo quirúrgico. Se agregaron procedimientos adicionales
a la técnica original según necesidad (plásticas ligamentarias, alargamientos
de tendón de Aquiles, etc.).
Análisis estadístico
En cuanto a la estadística
descriptiva, se calcularon las frecuencias absoluta y relativa de las variables
cualitativas, y se confeccionaron cuadros de doble entrada con frecuencias
absolutas y relativas, calculadas por columnas. También se estimaron la media,
la mediana y la desviación estándar de las variables cuantitativas.
Para investigar las relaciones
entre las variables categóricas se utilizó la prueba c2 de
Pearson, cuando fue posible, y, cuando no lo fue, en las tablas de 2x2, se
calculó el estadístico exacto de Fisher.
Con el fin de analizar la
diferencia entre las variables cuantitativas, se utilizó la prueba no
paramétrica U de Mann-Whitney para muestras independientes y la prueba de
Kruskal-Wallis para grupos más numerosos, en ambos casos, porque no se pudo
suponer la normalidad de la distribución de los datos.
Se empleó el programa SPSS,
Windows v. 22 para los análisis estadísticos y el programa Excel para
confeccionar los gráficos y tablas. Se consideró estadísticamente significativo
un valor p = 0,05.
RESULTADOS
De los 61 pacientes tratados con
artroplastia total de tobillo en nuestro Centro, 30 (49%) se perdieron durante
el seguimiento, lo que arrojó un total de 31 en estudio. La edad promedio era
de 55.8 años (rango 87-32, DE ± 14,6). Ningún caso fue bilateral. Quince
(48,4%) artroplastias se realizaron en tobillos derechos y 16 (51,6%), en
tobillos izquierdos.
Tres pacientes (9,7%) eran
diabéticos; tres (9,7%), tabaquistas y cuatro (12,9%) tenían artritis
reumatoide. El índice de masa corporal promedio de la población era de 27,9 kg/m2
(DE ± 4,3). Diecinueve (61,3%) tenían cirugías previas de tobillo.
La etiología más frecuente de la
artrosis fue la postraumática (67,7%; 21 casos).
Se realizaron procedimientos
agregados a la artroplastia en 16 pacientes (51,6%): seis (19%) de partes óseas
y 10 (23,3%) de partes blandas.
Cinco pacientes (16,1%) sufrieron
complicaciones: dos (6,4%), una fractura intraoperatoria del maléolo interno
que requirió la fijación en el mismo acto quirúrgico y tres, complicaciones
posoperatorias: una fractura del maléolo medial que requirió reducción y
osteosíntesis, una dehiscencia de la herida que mejoró con el tratamiento
tópico y una fractura por estrés del quinto metatarsiano tratada con una bota
Walker. No hubo casos que requirieran revisión de la artroplastia.
Alineación de la prótesis
En el posoperatorio inmediato, el
ángulo alfa promedio fue de 88,7° (rango 82-92,6; DE ± 2,61) y el ángulo beta
promedio, de 84,46° (rango 78,62-91,40; DE ± 3,59).
La alineación del componente
tibial en el plano frontal fue neutra en 25 (80,6%) pacientes; de los
restantes, seis (19,4%) fueron en valgo y 0 (0%) en varo. Con respecto a la
alineación en el plano sagital (beta), se logró una alineación neutra en 14
(43,4%) pacientes, valores positivos en 17 (54,8%) y ninguno con valor
negativo.
En cuanto al centro de rotación
del astrágalo en relación con el eje longitudinal de la tibia (offset), se obtuvo una alineación neutra
en nueve (29%) pacientes, una por delante del eje en 22 (71%) y ninguna por
detrás.
En 19 (61%) pacientes, se observó
la falta de cobertura posterior en la radiografía inmediata, con un promedio de
cobertura del 95,26% (rango 84-104,17).
Las variables antes mencionadas
no sufrieron modificaciones estadísticamente significativas a lo largo de los
dos años de seguimiento (Tabla 1).
Calcificaciones heterotópicas
La prevalencia de CH en el plano
sagital después de un año fue del 0% en la región anterior y del 80% en la
posterior; esta última aumentó significativamente hasta un 96% a los dos años
de seguimiento. Además, se incrementó no solo la incidencia, sino también el
grado de calcificación (Tabla 2).
En la
radiografía en el plano coronal, sobre la base de la clasificación descriptiva
propuesta en este estudio, 22 pacientes (70,9%) tenían CH en el primer año posoperatorio
y 29 (93,5%), a los dos años de la cirugía (Tabla 3).
Resultados funcionales
Se obtuvo una mejoría
estadísticamente significativa tanto en el puntaje de la escala de la AOFAS
(preoperatorio/ posoperatorio: 31,90/80,94), como en el de la EAV (preoperatorio/posoperatorio:
8,7/1,97) (Tabla 4).
En cuanto al cuestionario SF-36,
se lograron muy buenos resultados en cuanto al dolor, el rol social y el rol
emocional, y buenos resultados para el rol físico, la vitalidad y la percepción
de la salud general.
Correlaciones
Los pacientes con artrosis
primaria tuvieron una proporción mayor de estadios elevados de CH posteriores
al primero y segundo año posoperatorio. La proporción de CH posteriores fue más
alta en las mujeres a los dos años de la cirugía, ambas correlaciones no fueron
estadísticamente significativas (p >0,05). La edad mayor se relacionó con
estadios elevados de CH posteriores a los dos años de la operación, con una
diferencia estadísticamente significativa (p <0,05).
No se
observó una relación entre la cobertura posterior de la tibia y estadios
elevados de CH posteriores al año y al segundo año, estas diferencias no fueron
estadísticamente significativas (p >0,05).
En relación con los parámetros de
alineación, se observó que, a mayor deseje en el plano coronal (ángulo alfa),
mayor grado de CH en el compartimento posterior a los dos años (p >0,05). En
el plano sagital, a medida que disminuyó el ángulo beta (aumento de la
inclinación tibial lateral), se incrementó el grado de CH posteriores a los dos
años de la cirugía. No obstante, ambas diferencias no fueron estadísticamente
significativas. Si bien hallamos una relación entre deseje en valgo y estadios
elevados de CH posteriores al año tras la cirugía, esta diferencia no fue
estadísticamente significativa.
No hubo una relación
estadísticamente significativa entre el puntaje de la escala de la AOFAS y
estadios elevados de CH posteriores. Se observó que el puntaje en la EAV
disminuyó con el incremento de estadios elevados de CH posteriores a los dos
años de la operación, pero las diferencias no fueron estadísticamente
significativas (p >0,05).
Con respecto al cuestionario
SF-36, el promedio de rol físico es menor en estadios elevados de CH
posteriores a los dos años; la limitación emocional y la percepción de la salud
general son menores en estadios elevados de CH posteriores a los dos años y las
diferencias fueron estadísticamente significativas en las tres variables (p
<0,05).
El 71% de los pacientes tenía CH
en el plano anteroposterior al año de la cirugía, y el 93,5%, al segundo año.
El 19% presentó CH en más de una localización a los dos años.
DISCUSIÓN
Las CH son un fenómeno frecuente
luego de una artroplastia total de tobillo. Se las ha relacionado con ciertas
variables demográficas y antecedentes personales. Lee y cols.12 afirman
que no hay diferencias con relación al sexo, la edad, el índice de masa
corporal, la causa de la artrosis y las cirugías previas. Por su parte,
Valderrabano y cols.13 sostienen que las CH son más frecuentes en
pacientes con artrosis postraumáticas, mientras que Manegold y cols.3
no hallaron una asociación entre el sexo ni la etiología de la artrosis con
dichas osificaciones. Por el contrario, Choi y Lee9 observaron que
el sexo masculino tenía el doble de incidencia de CH. En nuestro estudio, las
CH fueron más frecuentes en el sexo femenino (p >0,05). Si bien la etiología
más común de la artrosis de nuestros pacientes concuerda con la publicada
(postraumática),13 no se halló una relación directa con las CH (p
>0,05).
En nuestro estudio, la
prevalencia de CH fue del 6,5% en la región anterior y del 80% en la posterior;
esta última aumentó significativamente hasta un 96% a los dos años de
seguimiento, lo que coincide con lo comunicado por Manegold y cols.:3
del 86,4% (76/88) (p = 0,002) hasta el 99% (87/88) luego de tres años de
seguimiento. Además, en nuestra serie, aumentó no solo la incidencia de CH,
sino también su estadio (Tabla 2).
Los informes publicados sobre CH
en artroplastia de tobillo son dispares, ya que algunos autores no discriminan
las distintas localizaciones. La mayoría de los estudios se limita a analizar
principalmente las CH posteriores.12 Se comunica que las CH
aparecen, a menudo, como una sombra amorfa que suelen ser notadas en la
radiografía a partir del primer mes del posoperatorio.12 Jung y
cols.11 publicaron que pudieron detectar CH (en el compartimento
anterior) a partir de la sexta semana posoperatoria. En 2011, en una serie de
90 tobillos operados, Choi y Lee9 informaron que 31 tobillos tenían
CH y que, en 30, aparecieron durante el primer año posterior a la cirugía.
Asimismo, se publicaron estudios en los cuales las CH aparecieron dentro de los
primeros dos años luego de la artroplastia de tobillo.9 Lee y cols.12
afirmaron que la prevalencia publicada de estas CH suele oscilar entre el 3,8%
y el 82%, y comunicaron un 25% (20 pacientes de 80) de CH posoperatorias en su
serie de pacientes a quienes se les habían con la
prótesis Hintegra®. Natensy cols. hallaron una prevalencia del 42% en 26
pacientes. En el estudio de Valderrabano y cols.,13 el 63% de los
pacientes tuvo CH; San Giovanni y cols. comunicaron una incidencia del 82% con
la prótesis Mobility®, todas en la región posterior del tobillo. Ninguno de
estos pacientes requirió tratamiento porque no tenían síntomas ni síndrome
friccional del tobillo.
En cuanto a las CH posteriores,
se ha publicado que el 40,6% de los pacientes sometidos a artroplastia con
Hintegra® tuvo CH: un caso (7,7%) estadio Brooker 1; dos casos (15,4%), estadio
Brooker 2 y 10 casos (76,9%) estadio Brooker 3.10 Por su parte,
Haytmanek y cols.14 observaron un 100% de CH posteriores (79
pacientes) al final del seguimiento e informaron que los grados 2 (31,6%) y 3
(51,9%) eran los más relevantes, seguidos del grado 1 (13,9%) y el grado 4
(2,5%). Lee y cols.12 publicaron que un 25% de sus pacientes
operados con Hintegra® presentaron CH posteriores: cuatro Brooker 1 (20%),
cinco Brooker 2 (25%), cuatro Brooker 3 (20%) y siete Brooker 4 (35%). Kerkhoff
y cols.15 hallaron una incidencia en el compartimento posterior del
71,6% (73 tobillos). En un estudio con 107 pacientes, King y cols.5
observaron un 86% de crecimiento óseo posterior a los 18 meses de la cirugía.
En nuestra serie, el porcentaje de CH posteriores fue del 80%, con una mayor
prevalencia de grados elevados (Brooker 4), lo que coincide con lo publicado
por los autores ya citados; a su vez, esta prevalencia aumentó
significativamente hasta un 96% a los dos años de seguimiento.
La presencia de CH anteriores en
la artroplastia de tobillo también ha sido poco estudiada. Lee y cols.12
explicaron que, como son menos frecuentes, se las estudia y publica menos.
Estos autores analizaron una serie de 80 artroplastias, en la que hubo solo
tres casos (3,75%) de osificaciones anteriores. En nuestra serie, solo dos
pacientes (6,5%) tenían CH anteriores al final del seguimiento. Se podría
pensar, además, que el muro anterior del componente tibial típico del diseño de
la Hintegra® evitaría la formación de dichas calcificaciones anteriores.12
Tan es así que King y cols.,5 al comparar dos poblaciones operadas
con las prótesis Hintegra® y Salto Talaris®, observaron una mayor cantidad de
osificaciones anteriores en pacientes con la prótesis Salto Talaris®.
Respecto a las osificaciones en
el plano frontal, los escasos estudios que mencionan la incidencia de CH en el
plano anteroposterior indican que la prevalencia es del 56,8% en la zona
medial.15 Lee y cols.12 dividieron el tobillo en cuatro
cuadrantes y detectaron CH en el cuadrante posteromedial en cinco casos (25%),
en el cuadrante posterolateral, en cinco casos (25%), en los cuadrantes
anteromedial y posterolateral, en dos casos (10%) y en los cuadrantes
anterolateral y posteromedial, en solo un caso (5%).
Sobre la base de la clasificación
descriptiva propuesta en este estudio, 22 pacientes (70,9%) presentaron CH al
primer año posoperatorio, aumentó a 29 pacientes (93,5%) a los dos años
posoperatorios en el plano coronal, la zona medial fue la ubicación más
frecuente.
En relación con el análisis del
eje del tobillo, Choi y cols.,10 en su estudio de 32 pacientes
operados con la prótesis Hintegra®, el 84% tuvo una alineación neutra; el 12%,
en varo y el 3%, en valgo. King y cols.5 agregan que se colocaron
más prótesis con una pendiente (ángulo beta) positiva que aquellas neutras o
negativas en el plano sagital. Haytmanek y cols.14 obtuvieron un
ángulo alfa promedio de 87,8° y uno beta de 87,5°. Manegold y cols.3
informan que se logró la alineación neutra frontal en el 84,1%, el 14,8% estaba
en varo y una sola prótesis (1,1%) fue implantada en valgo. Dos tercios de los
pacientes (59/88; 67%) presentaron una alineación neutra de la pendiente
sagital. Si bien este estudio halló una correlación entre la falta de
alineación en el plano anteroposterior (varo), esta no fue estadísticamente
significativa.
En nuestro caso, con respecto a
la alineación del componente tibial en el plano frontal, se logró una
alineación anatómica en 25 (80,6%) pacientes; seis (19,4%) fueron en valgo y
ninguno fue en varo. En cuanto a la alineación del componente tibial en el
plano sagital (beta), se logró una alineación neutra en 14 (43,4%) pacientes,
valores positivos en 17 (54,8%) y ninguno tuvo un valor negativo. Acerca del
centro de rotación del astrágalo en relación con el eje longitudinal de la
tibia (offset), se logró una
alineación neutra en nueve (29%) pacientes, una alineación por delante del eje
normal, en 22 (71%) y ninguno tuvo un offset
detrás del eje normal.
El estudio de la falta de
cobertura posterior de la tibia ha ganado interés últimamente como consecuencia
de las teorías que sugieren que la falta de cobertura posterior del corte
tibial daría mayor exposición ósea, lo que predispondría a la aparición de
osificaciones posteriores,11,16 esto explicaría por qué son tan
frecuentes en esta localización.12 Se han descrito distintas formas
de medirlo para los diversos modelos de prótesis, por lo que no existe aún un
método estandarizado de medición y esto dificulta las comparaciones.
En 2013, King y cols.5
comunicaron una cobertura tibial media del 89% (rango 73-100) con el modelo
Salto Talaris®, y una correlación negativa entre la cantidad de cobertura
tibial y el hueso hipertrófico formado. En 2011, Choi y Lee9
analizaron 90 tobillos operados con el modelo Hintegra® e informaron que 10
componentes (11,1%) eran pequeños; 79 (87,7%), óptimos y uno (1,2%), grande,
pero no hallaron una asociación significativa entre las CH y el grado de
cobertura. En nuestra serie, hubo cuatro (12%) casos de sobrecobertura; ocho
(25,8%), de cobertura normal y 19 (61%) de falta de cobertura. La cobertura
promedio total fue del 95,26%. Coincidiendo con los hallazgos de los autores
citados, no hemos encontrado una relación significativa entre la falta de
cobertura y la osteogénesis posterior.
En relación con la posición del
eje de rotación astragalino, hemos tenido una menor proporción de casos con offset posteriores que los publicados.
En una serie con la prótesis Hintegra®, hubo ocho (25%) casos con offset neutro, 21 (65%) casos anteriores
y tres (9,4%) posteriores.10 Otras series informan 27 (30,7%) casos
neutros, 28 (31,8%) anteriores y 33 (37,5%) posteriores.3 En nuestra
serie, el offset fue neutro en nueve
(29%) pacientes, anterior en 22 (71%) y no hubo casos con offset posterior.
Con relación a la mejoría del
dolor (EAV) luego de la artroplastia, Jung y cols.17 publicaron que
el puntaje medio de dolor disminuyó de 8,3 a 2,0 en pacientes con el modelo
Hintegra®. Choi y cols.10 comunicaron un puntaje promedio en la EAV
de 7,63 preoperatorio y de 2,13 posoperatorio en 22 pacientes con artroplastias
con el modelo Hintegra®.
Algunos autores9,11 no
hallaron una asociación entre el grado de CH y el resultado clínico (ni con la
EAV ni la escala de la AOFAS). En nuestra serie, se obtuvo una mejoría estadísticamente
significativa en el puntaje de la EAV (preoperatorio/posoperatorio: 8,7/1,97),
con una tendencia similar a la publicada y una leve disminución del puntaje en
la EAV con el incremento de estadios avanzados de CH posteriores al segundo
año, aunque esto último no fue estadísticamente significativo (p >0,05).
Se ha descrito extensamente que
el puntaje de la escala de la AOFAS mejora luego de la artroplastia de tobillo.
Diversos autores publicaron que el puntaje de la escala de la AOFAS mejoró entre
el preoperatorio y el posoperatorio, de 46,50 a 81,84, de 45,7 a 85,2.10,11
En nuestra serie, observamos una mejoría estadísticamente significativa
del valor de la escala de la AOFAS (preoperatorio/posoperatorio: 31,90/80,94).
Tal como se publica en algunos estudios,9,15,18,19 no hallamos una
relación entre la presencia de CH y peores resultados en la escala de la AOFAS
(p >0,05).
Si bien son escasos los artículos
que evalúan la calidad de vida con el cuestionario SF-36 luego de una
artroplastia total de tobillo,20,21 hallamos que el promedio de rol
físico es menor en estadios elevados de CH posteriores, y la limitación
emocional y la percepción de la salud general son menores en estadios elevados
de calcificaciones, con diferencias estadísticamente significativas en las tres
variables (p <0,05).
En una revisión sistemática de
2020,2 se afirmó que la tasa de reoperación debido a CH en pacientes
con artroplastia de tobillo era del 7,2% (rango 0-32). Valderrabano y cols.13
comunicaron una de las mayores tasas de reoperación por CH, llegó al
34,2% del 63% de CH detectadas en sus pacientes. Otros autores publicaron tasas
más bajas de reoperación, como Lee y cols.12 (2,5%) y Overley y
cols.1 (2,3%). En nuestra serie, no hubo reoperaciones debido a
osificaciones sintomáticas al igual que lo comunicado por King y cols.5
Las causas de la formación de las
CH en la artroplastia aún se desconocen.11 Se ha propuesto que la
disección excesiva de tejidos blandos, los traumatismos en hueso, el exceso de
debris óseo remanente en la cirugía y la aparición de hematoma podrían ser el
origen de dichas osificaciones.12,22 Algunos autores sostienen
también que el deseje del tobillo luego de la artroplastia podría predisponer a
estas neoformaciones óseas,1 y que la tensión crónica sufrida por
ligamentos las provocaría.2 Según nuestra experiencia, nuestros
hallazgos y los datos publicados, creemos que los factores que predisponen a la
aparición de dichas calcificaciones dependerían no tanto de variables del
paciente, sino de aquellas variables propias de la técnica quirúrgica y del
modelo de prótesis.
Las debilidades de nuestro
estudio son la escasa cantidad de pacientes que nos impidió realizar, en
algunos casos, una inferencia de relación estadística,
no fue posible evaluar el rango de movilidad y su relación con el grado de
calcificaciones, y su diseño retrospectivo. La evaluación tomográfica de las CH
tendría una mayor sensibilidad que la radiográfica. Con respecto a las
fortalezas existen pocos estudios que relacionen la alienación de la prótesis
con el desarrollo de CH, la mayoría de las evaluaciones y clasificaciones se
describen en el plano sagital sin tener en cuenta el coronal, además proponemos
una clasificación descriptiva para las CH en el plano coronal, pues no hay
publicaciones al respecto.23 Posiblemente nuestra clasificación
permitirá otorgarle el interés que merecen dichas osificaciones en futuros
estudios.
CONCLUSIONES
En este estudio, detectamos una
alta tasa de CH a los dos años de la cirugía, sin una relación clara entre los
distintos parámetros de alienación de la prótesis y la formación de CH. No
hallamos una relación entre la presencia de CH y peores resultados funcionales
ni de dolor, excepto en los parámetros de calidad de vida (SF-36), como el rol
físico, la limitación emocional y la percepción de la salud general, que
empeoraron a medida que aumentó el grado de calcificaciones alrededor de la
prótesis.
La clasificación que proponemos
será útil para la descripción de las CH en el plano frontal y permitirá así poder
estudiarlas. Observamos que estas tienen una alta prevalencia y que, en la
actualidad, se las ha subestimado, tal vez porque no hay una clasificación que
facilite su estudio.
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ORCID de L. Conti: https://orcid.org/0000-0003-2333-5834
ORCID de J. Verbner: https://orcid.org/0000-0001-7040-2097
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ORCID de P. Sotelano: https://orcid.org/0000-0001-8714-299X
ORCID de M. Carrasco: https://orcid.org/0000-0002-1251-4936
ORCID de M. G. Santini Araujo: https://orcid.org/0000-0002-5127-5827
Recibido el 2-8-2022. Aceptado luego de la
evaluación el 18-9-2022 •
Dr. Daniel S. Villena • dsvillena@hotmail.com • https://orcid.org/0000-0001-5742-1226
Cómo citar este
artículo: Villena DS, Valenti P, Verbner J, Sotelano P, Santini Araujo MG, Conti
L, Parise AC, Carrasco M. Rol de la alineación de la prótesis y las
calcificaciones heterotópicas en la artroplastia total de tobillo. Rev Asoc Argent Ortop Traumatol
2023;88(1):33-44. https://doi.org/10.15417/issn.1852-7434.2023.88.1.1637
Información del artículo
Identificación: https://doi.org/10.15417/issn.1852-7434.2023.88.1.1637
Fecha de publicación: Febrero, 2023
Conflicto de intereses: Los
autores no declaran conflictos de intereses.
Copyright: © 2023, Revista de la Asociación Argentina de
Ortopedia y Traumatología.
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