ACTUALIZACIÓN
Actualización
del tratamiento de las fracturas intertrocantéricas
Sebastián Pereira, Gabriel Vindver, Fernando
Bidolegui
Servicio de Ortopedia y Traumatología, Hospital Sirio
Libanés, ECICARO, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina
Resumen
Las fracturas intertrocantéricas representan el
50% de todas las fracturas del fémur proximal y su incidencia aumenta debido a
la mayor expectativa de vida de la población. La reducción y fijación con un
clavo de fémur proximal es el tratamiento de elección. Sin embargo, la falla de
la osteosíntesis genera un aumento en la morbilidad y mortalidad, especialmente
en el grupo de pacientes más añosos. Numerosos estudios señalan que los
principales factores predictivos de falla están relacionados con errores de
reducción de la fractura o con una incorrecta colocación del implante. Estos
errores pueden ocurrir en distintas etapas de la técnica quirúrgica, como la
planificación preoperatoria, la ubicación del paciente, la visualización y la
reducción de la fractura, la ubicación del punto de ingreso y la colocación del
clavo, y el posicionamiento del elemento (tornillo o lámina) cefálico. Por lo
tanto, sobre la base de la bibliografía disponible y las más de 1000 fracturas intertrocantéricas tratadas con clavos de fémur proximal
desde abril de 2002 hasta mayo de 2020, nos proponemos describir los posibles
errores durante la técnica quirúrgica y ofrecer una guía sistematizada para
evitarlos. Conclusiones: A pesar del
gran avance y desarrollo de implantes en los últimos años, los principales
factores determinantes del resultado final de la fijación de las fracturas intertrocantéricas siguen siendo la calidad de la reducción
y el correcto posicionamiento del implante. Conocer los diferentes errores que
se pueden producir durante cada uno de los pasos de la técnica quirúrgica
resulta indispensable para poder evitarlos.
Palabras clave: Fracturas intertrocantéricas;
clavo de fémur proximal, fractura de cadera.
Nivel de Evidencia: V
Treatment Update for Intertrochanteric Fractures
Abstract
Intertrochanteric fractures represent 50% of
all proximal femur fractures and their incidence is increasing due to the
greater life expectancy of the population. Reduction and fixation with a
proximal femoral nail is the treatment of choice. However, the failure of osteosynthesis generates an increase in morbidity and
mortality, especially in elderly patients. Numerous studies indicate that the
main factors of failure are related to errors in fracture reduction and
incorrect implant placement. These errors can occur at different stages of the
surgical technique: preoperative planning; patient positioning; visualization
and reduction of the fracture; location of the entry point and positioning of
the cephalic element (screw or blade). Therefore, based on the existing
literature and the experience of more than 1000 intertrochanteric fractures
treated with proximal femoral nails from April 2002 to May 2020, we set to
describe possible errors during the surgical technique and provide a systematic
guide to avoid them. Conclusion: In
spite of the improvements in implant design in recent years, the main factors
determining the final outcome of the fixation of intertrochanteric fractures
are the quality of reduction and the correct positioning of the implant.
Awareness of the different errors that may occur at each stage of the surgical
technique is essential to avoid them.
Key words: Intertrochanteric fracture; proximal femoral
nail; hip fracture.
Level of Evidence: V
Introducción
Las fracturas intertrocantéricas
representan el 50% de las fracturas del fémur proximal y su incidencia está
aumentando debido a la mayor expectativa de vida de la población.1
La reducción y fijación con un clavo de fémur proximal es el tratamiento de
elección; sin embargo, la falla de la osteosíntesis genera un aumento en la
morbilidad y la mortalidad, especialmente en el grupo de pacientes más añosos.2
Numerosos estudios señalan que los principales factores predictivos de falla
están relacionados con errores de reducción de la fractura o con una incorrecta
colocación del implante.3 Estos errores pueden ocurrir en distintas
etapas de la técnica quirúrgica, como la planificación preoperatoria, la
ubicación del paciente, la visualización y la reducción de la fractura, la ubicación
del punto de ingreso, la colocación del clavo y el posicionamiento del elemento
(tornillo o lámina) cefálico.
Por lo tanto, sobre la base de la bibliografía disponible
y de nuestra experiencia personal, nos proponemos realizar una actualización de
los conceptos del tratamiento de las fracturas intertrocantéricas
con clavos endomedulares, así como describir los
posibles errores durante la técnica quirúrgica y ofrecer una guía sistematizada
para evitarlos.4
1. Planificación preoperatoria
Los aspectos clave que deberán preverse durante la
planificación preoperatoria son: el ángulo cervicodiafisario
del fémur, el diámetro del canal femoral y la presencia de alguna deformidad
que pueda impedir la colocación del implante. Para esto, es indispensable contar
con una radiografía de ambas caderas que nos permita evaluar el fémur proximal
contralateral sano, y también con una radiografía completa del fémur afectado.
En algunas ocasiones, una radiografía del fémur proximal con tracción podrá
facilitarnos la interpretación del patrón fracturario.5
En la mayoría de los casos, un implante con un ángulo de
130º será adecuado. Si bien, en los pacientes añosos, por efecto de la pérdida
del espesor de las corticales, el canal femoral suele ser mayor que el de los
pacientes jóvenes; en ocasiones, puede ser necesario fresar el canal para
introducir el clavo sin someter al fémur a fuerzas que puedan generar una
fractura iatrogénica.
2. Ubicación del paciente
La ubicación del paciente en decúbito supino sobre una
mesa de tracción es la posición más utilizada. Si bien demanda un tiempo extra
y no está exenta de complicaciones perineales, ofrece las ventajas de facilitar
una completa visualización del fémur proximal, especialmente en el perfil, y la
reducción y mantenerla durante todo el procedimiento. Los puntos clave son: la
correcta fijación del pie a la bota de la mesa que nos garantice una tracción
efectiva; el cuidadoso acolchado del poste perineal para evitar lesiones del
nervio pudendo, de la vulva o escroto6 y, por último, el manejo de
la extremidad inferior contralateral. Respecto a este último punto, si el
paciente presenta un movilidad normal de la cadera
contralateral, preferimos abducir la extremidad para facilitar la visualización
del fémur proximal en el perfil (Figura 1A). Si la movilidad de la cadera
contralateral está limitada, adoptamos la posición en “tijeras” siempre, en
ambos casos, ejerciendo tracción en la extremidad para contrarrestar la
tracción generada en la pierna afectada y evitar así la báscula de la pelvis
(Figura 1B).
Otra alternativa es posicionar al paciente en decúbito
supino sobre una mesa común radiolúcida (Figura 1C).
La principal ventaja es mantener la extremidad libre permitiendo la movilidad
en todos los planos, durante el procedimiento; sin embargo, requiere una
tracción manual por un asistente extra y dificulta más la visualización con el
arco en “C”.
3. Visualización del fémur
proximal
La correcta visualización y la óptima reducción de la
fractura están íntimamente relacionadas. La probabilidad de una mala reducción
o una inadecuada colocación del implante es alta si la visualización no es la
correcta.7 Las estructuras que se deben identificar claramente tanto
en la proyección de frente como en la de perfil son: la cabeza femoral y el
espacio articular, el cuello femoral, ambos trocánteres y los dos tercios
proximales del fémur. La verdadera proyección de perfil deberá contemplar la anteversión del cuello femoral. Para esto, el rayo del
intensificador de imágenes deberá ubicarse entre 0° y 20º respecto al plano
horizontal hasta lograr trazar una línea recta desde el centro de la cabeza,
paralela al cuello femoral y a la diáfisis femoral (Figura 2).7 Una
vez logradas las imágenes deseadas, resulta útil realizar unas marcas en el
piso para señalar el lugar en el que deberá volver a ubicarse el arco en “C”
luego de colocar los campos (Figura 3).
4. Reducción de la fractura
En los últimos años, los implantes han sufrido mejoras en
el diseño, pero ninguna sustituye una adecuada técnica de reducción. Es notable
que, mientras que muchos artículos remarcan la importancia de la calidad de la
reducción como principal factor pronóstico de falla, pocos se detienen en
describir la técnica de reducción. En 2020, Yoon y
cols. comunicaron que, en más del 50% de las 322 fracturas intertrocantéricas
analizadas, la reducción cerrada fue insuficiente y necesitaron gestos de
reducción percutánea para lograr una reducción óptima.8
a. Reducción en el plano
coronal
Si bien es cierto que la maniobra de tracción y rotación
interna, por lo general, resulta en una reducción adecuada; en algunas
ocasiones, sobre todo en patrones inestables, puede ser insuficiente. Ottolenghi y cols. alertaron sobre algunas fracturas intertrocantéricas, a las que clasificaron como “extradigitales”, porque mantenían la inserción de los
músculos rotadores externos, que requieren de una rotación externa del
fragmento diafisario para su reducción.9
Si, luego de la tracción en el eje y la maniobra de rotación interna o externa,
no se logra conseguir el ángulo cervicodiafisario
deseado, una leve abducción de la extremidad puede ayudar. Deberá preverse que
la posición de la pierna en abducción podrá dificultar la correcta ubicación
del punto de ingreso del clavo. Por esta razón, en estas situaciones, lo
recomendable es realizar una fijación temporal de la fractura con clavijas para
luego poder volver a reposicionar la pierna evitando la pérdida de la
reducción.
En la proyección anteroposterior, también deberá
evaluarse la continuidad del calcar, ya que, en ocasiones, a pesar de haberse
recuperado el ángulo cervicodiafisario puede
persistir una traslación de las corticales. En ese caso, el uso de un “clamp colineal” o de un gancho de
hueso sobre la cortical medial del cuello o del fragmento distal podrá reducir
el desplazamiento.
b. Reducción en el plano
sagital
En ciertos patrones de fractura, el fragmento proximal
tiende a flexionarse y la diáfisis, a caer. La primera maniobra para reducir
este desplazamiento en el plano sagital suele ser la colocación de un soporte
sobre la cara posterior del muslo (puño de la mano, martillo, muleta, etc.) que
permita reducir el desplazamiento. Sin embargo, muchas veces, esto suele ser
insuficiente. Para estas situaciones, se han descrito algunas maniobras de
reducción percutánea. En 2011, Chun y cols.
describieron una técnica que consiste en la introducción percutánea de una
clavija de Steinmann de 4,2 mm, en la cortical anteromedial del cuello y, ejerciendo fuerza hacia
posterior, consiguen reducir la flexión del fragmento proximal (Figura 4).10 Yoon y cols. introducen, a través de un pequeño abordaje anterolateral proximal al trocánter menor en el muslo, una
pinza hemostática larga y, generando tracción hacia arriba, se corrige el
defecto de flexión y rotación del fragmento proximal.11
En 2007, Carr describe un
patrón de desplazamiento en las fracturas intertrocantéricas
conminutas, en las que el fragmento diafisario se
acorta y rota externamente, y el fragmento proximal se desplaza en varo y se
impacta dentro del fragmento distal generando un solapamiento de las corticales
anteriores. Propone, entonces, introducir una clavija de Steinmann
entre ambos fragmentos para levantar el fragmento proximal y desimpactarlo del fragmento distal (Figura 5).12
5. Ubicación del punto de
ingreso
La definición de un punto de ingreso ideal puede ser
imposible de establecer, debido a que este depende de las variaciones
anatómicas del trocánter mayor y de las variaciones en el ángulo de los
distintos tipos de clavos. En un estudio cadavérico utilizando distintos
diseños de clavos, Osrtum y cols. definieron la punta
del trocánter mayor de 2 a 3 mm medial a ella como el punto de ingreso
“universal” en el plano coronal. También mencionan que se debe evitar el punto
de ingreso lateral, porque indefectiblemente genera un desplazamiento en varo
del fragmento proximal.13
La ubicación del punto de ingreso en el perfil se ha
estudiado menos; no obstante, un incorrecto ingreso en este plano puede
provocar una fractura iatrogénica del fémur proximal, por lo que se recomienda
un punto de ingreso 5 mm posterior a la punta del trocánter.
Una vez definido cuál es el punto de ingreso ideal, se
deberán reconocer todos los factores que puedan interferir con su correcto
posicionamiento. En este sentido, las situaciones que pueden causar una
lateralización del punto de ingreso son: la conminución
de la fractura que se extiende hacia la punta del trocánter, la ubicación
incorrecta del paciente en la mesa de tracción o mesa de cirugía, la incorrecta
preparación de los campos que interfieran con el abordaje o errores en el
abordaje. Otro momento en cual inadvertidamente se puede lateralizar el punto
de ingreso es en el fresado. No se debe comenzar a fresar hasta tener un
contacto íntimo de la fresa con el hueso para evitar un fresado excéntrico y
provocar así un desplazamiento lateral del canal de ingreso.13
6. Colocación del clavo
Una vez fresado el canal de ingreso, procedemos a la
introducción del clavo. Habitualmente es posible introducirlo de forma manual,
con suaves movimientos de rotación. Solo una vez que el clavo esté alineado con
el canal femoral, si es necesario, se podrán aplicar suaves golpes de martillo
para alcanzar la posición deseada. Si, a pesar de esto, su descenso no progresa,
lo recomendable es retirar el clavo y realizar un fresado del canal para evitar
una fractura iatrogénica del fémur.
Luego de introducir el clavo en la posición deseada,
sobre todo, si el punto de ingreso fue lateral a la punta del trocánter mayor,
se puede generar un desplazamiento secundario en varo del fragmento proximal y
lateralización de la diáfisis “efecto cuña”.14
Es importante detectar esta situación antes de colocar la clavija guía cervicocefálica.
La solución suele ser aplicar más tracción en el eje o,
en algunas circunstancias, aplicar una leve abducción sobre la extremidad. Si,
pese a esto, no se consigue la reducción deseada, probablemente el conflicto
esté dado por un punto de ingreso lateral. En ese caso, lo recomendable es
reposicionar el punto de ingreso. Lo primero que realizamos, luego de extraer
el clavo, es comprobar que las partes blandas no estén interfiriendo con el
acceso, si esto ocurre, extendemos el abordaje a proximal para permitir un
ingreso más alineado con el canal femoral. Si, a pesar de ello, la conminución del trocánter o del canal previamente generado
hacen que la clavija se desplace a lateral, volver a fresar el canal de ingreso
ejerciendo fuerza hacia medial para remover la cortical superolateral
del fragmento cabeza-cuello permitirá darle más lugar al extremo proximal del
clavo y, de esta forma, evitar que este provoque un deslazamiento en varo.15
Otro desplazamiento posible, aunque poco frecuente, es
que, luego de introducir el clavo, se produzca un desplazamiento en valgo de la
fractura “efecto cuña reverso”.16
Este tipo de desplazamiento secundario está descrito principalmente en las
fracturas con trazo basicervical. Ante esta
situación, las posibilidades son: introducir un gancho de hueso o “clamp colineal” y, de esta forma,
generar una tracción lateral desde la cortical medial del cuello femoral.16
7. Posicionamiento del
elemento cefálico
En términos de la posición del tornillo o la lámina en la
cabeza femoral, existe bastante consenso en que la posición ideal en el perfil
es el centro.6 Sin embargo, en la imagen de frente, al igual que
nosotros, hay quienes defienden la ubicación centro6 y quienes, la
ubicación inferior.17 En la práctica, un tornillo en posición
inferior con buenos resultados clínicos, muchas veces, se asociaba a un índice
punta-ápice >25 mm; por lo tanto, fue necesario describir un nuevo índice
predictivo de falla que favorezca esta posición inferior del tornillo/lámina.
El índice “Cal TAD”, descrito por Kuzyk y cols., en
2012, se diferencia del índice punta-ápice, descrito por Baumgaertner,6 solo en
la imagen de frente. Utiliza una línea paralela al cuello femoral y adyacente
al calcar, en lugar de correr por el centro del cuello.17
En cualquier situación, el concepto del índice
punta-ápice es posicionar el elemento cefálico en la zona de mejor hueso para
garantizar la mayor fijación posible y disminuir las posibilidades de “cut-out”.
Una vez establecida la posición deseada en la cabeza, es
posible que la introducción de la lámina o el tornillo provoque un
desplazamiento rotatorio de la fractura. Esto es más probable en las fracturas basicervicales o en las fracturas conminutas. Una forma de
evitar este desplazamiento es realizando una fijación temporal de la reducción
lograda inicialmente con clavijas de 3,2 mm por fuera del sistema de guías del
clavo. No obstante, si la fractura no fue estabilizada inicialmente y se
produce la rotación, lo indicado es extraer el tornillo y volver a introducirlo
luego de la estabilización controlando con el intensificador de imágenes. Si,
cuando se llega con la punta del tornillo a la posición deseada, se observa
algún defecto rotatorio, se deberá retirar el tornillo lo necesario para
corregir la deformidad en el intensificador de imágenes.
Otra posibilidad es que, por la tracción necesaria para
lograr la reducción o por la introducción del tornillo o lámina, se genere una
distracción del foco de fractura. Si esto ocurre, luego de introducir la lámina
o el tornillo, se deberá liberar la tracción sobre la extremidad y, por medio
del sistema de compresión, completar la reducción de la fractura.
8. Clavo corto vs. clavo largo
Como la inmensa mayoría de las fracturas intertrocantéricas ocurren en pacientes añosos con
osteoporosis, es razonable pensar que un implante de mayor longitud protegerá
al fémur de una segunda fractura. Por el contrario, Curtis y cols. comunicaron
una incidencia más alta de fracturas alrededor del implante en la región metafisaria que en la región diafisaria.18 Sin
embargo, los resultados de un metanálisis de 2019
muestran que el riesgo de fractura secundaria, falla de la osteosíntesis, seudoartrosis o infección fue similar entre los clavos
largos y cortos. Solo fue significativo un tiempo quirúrgico más prolongado
para colocar los clavos largos debido a la necesidad de fresar y de acerrojar a
distal, a manos libres.19 Nuestra conducta de utilizar clavos
cortos, como rutina, no solo se debe al menor tiempo quirúrgico, sino también a
que, si se genera una fractura distal a este, el recambio de un clavo corto por
uno más largo sería más simple que el tratamiento de una fractura supracondílea con una placa de fémur distal sobre el clavo.
9. Lámina vs. tornillos
La adecuada fijación del implante a la cabeza femoral es
un factor determinante para el éxito de la osteosíntesis. Algunos autores
sostienen que son las fuerzas de rotación las que causan una pérdida de
fijación del tornillo, el posterior colapso en varo de la cabeza femoral y
finalmente el “cut-out”.20 En estudios biomecánicos, se ha
demostrado que las láminas resisten mejor las fuerzas de rotación, debido a su
geometría y a su ingreso compactando radialmente en el hueso.21
Estudios clínicos han avalado los resultados de laboratorio. En un metanálisis de 2015, Shuang Li y
cols. demostraron que el riesgo de “cut-out” es
significativamente menor en el grupo de las láminas que en el de los tornillos.22
Por otro lado, en 2019, Ibrahim y cols. no hallaron diferencias
estadísticamente significativas en el índice de falla entre el grupo de láminas
y el de tornillos. Sin embargo, mencionan una diferencia en el patrón de falla
entre ambos grupos: la migración axial y la penetración intrarticular
fueron más frecuentes con la lámina.23
10. Bloqueo distal
La transferencia de carga en el fémur proximal luego de una
osteosíntesis con un clavo de fémur proximal dependerá del patrón de fractura y
la calidad de la reducción. En las fracturas inestables, todas las cargas serán
transmitidas al fémur distal por el cerrojo de bloqueo del clavo hasta la
consolidación o hasta que se rompa. Mientras que, en las fracturas estables, si
la reducción es adecuada, el íntimo contacto cortical transmitirá directamente
las cargas al fémur distal. Por ello, algunos autores han
cuestionado la utilidad del bloqueo distal en las fracturas intertrocantéricas
estables.24 En 2019, Yan y cols. llevaron
a cabo un metanálisis sobre la necesidad o no de
realizar el cerrojo distal del clavo en las fracturas estables y hallaron que
el tiempo quirúrgico, el tiempo de exposición a la radioscopia eran más cortos,
que había menos sangrado y dolor de muslo en el posoperatorio en el grupo de
clavos sin acerrojado distal. Al mismo tiempo, los resultados funcionales de
ambos grupos fueron similares.25 Como el tiempo de irradiación
adicional es mínimo con el uso de las guías, nuestra conducta de rutina es
realizar el bloqueo distal. Con clavos que ofrezcan la posibilidad de dos
cerrojos distales, elegimos siempre el más proximal para disminuir la
concentración de estrés sobre la punta del clavo.
Conclusiones
A pesar del gran avance y el desarrollo de implantes en
los últimos años, los principales factores determinantes del resultado final de
la fijación de las fracturas intertrocantéricas
siguen siendo la calidad de la reducción y el correcto posicionamiento del
implante. Conocer los diferentes errores que se pueden cometer durante cada uno
de los pasos de la técnica quirúrgica resulta indispensable para poder
evitarlos.
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ORCID de G. Vindver: https://orcid.org/0000-0003-3858-6687
ORCID de F. Bidolegui: https://orcid.org/0000-0002-0502-2300
Recibido el 23-8-2020. Aceptado luego de la evaluación el 11-9-2020 • Dr. Sebastián Pereira • sebopereira@hotmail.com • https://orcid.org/0000-0001-9475-3158
Cómo citar este artículo: Pereira S, Vindver G, Bidolegui F. Actualización del tratamiento de
las fracturas intertrocantéricas. Rev Asoc Argent Ortop Traumatol 2021;86(2):253-262. https://doi.org/10.15417/issn.1852-7434.2021.86.2.1192
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del artículo
Identificación: https://doi.org/10.15417/issn.1852-7434.2021.86.2.1192
Fecha de
publicación: Abril, 2021
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de intereses: Los
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